Desde
que se asentaron los primeros pobladores de Madridejos en la vega del
río Amarguillo, la falta de una fuente segura y fiable de suministro de
agua ha sido constante a lo largo de la historia. Fundamentalmente, se
proveyeron del líquido elemento a través de pozos en la vega del río, ya
lo declaran así en las Relaciones Histórico Geográficas hechas en la
época de Felipe II en 1576. La carencia de agua en condiciones
higiénicas ha sido causa de epidemias y enfermedades hasta el siglo
XIX.
En el lado norte de las sierras, siempre han existido fuentes
que, debido a la diferencia de altitud entre esas fuentes y el pueblo
(casi 100 metros), se intentaron canalizar desde muy antiguo mediante
tuberías de barro. En la descripción que Fernando Jiménez de Gregorio
hace sobre el pueblo a finales del siglo XVIII, ya indica que “se han
canalizado con cargo al fondo de su pósito manantiales para abastecer
cuatro fuentes en otras tantas plazas con uno o dos caños”. Los nombres
de los manantiales citados son “La Nava, Pozuelo del Pliego, Umbrión,
Chupadero, Garcanta y Vasto”.
En el siglo XIX, la canalización de
barro que traía esas aguas estaba seriamente dañada, por lo que el
Concejo, en 1857, suscribe un contrato con la empresa de Eugenio
Salanier, por la que se compromete a cambiar la canalización que venía
del Cabalgador (arroyo Montero), por tuberías de plomo, a cambio de 66
años de concesión por un precio pactado de dos maravedís por cántaro. El
trabajo incluía el acondicionamiento de los depósitos que estaban
detrás de la fuente del Cristo. Finalmente se acepta que la cañería sea
de barro cocido.
Desde un punto de vista técnico, la ventaja del desnivel hacía que no fuese necesario un bombeo en el origen. El problema era cruzar la zona de la Cañada Honda donde había una pendiente que remontar hasta llegar a la vega del río. La propia limitación de los materiales con los que estaba hecha la tubería condicionaba el funcionamiento de los sucesivos intentos que se llevaron a cabo para la canalización de las fuentes en las sierras.
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Fotografías realizadas por Jesús Zamorano García-Moreno
Desde un punto de vista técnico, la ventaja del desnivel hacía que no fuese necesario un bombeo en el origen. El problema era cruzar la zona de la Cañada Honda donde había una pendiente que remontar hasta llegar a la vega del río. La propia limitación de los materiales con los que estaba hecha la tubería condicionaba el funcionamiento de los sucesivos intentos que se llevaron a cabo para la canalización de las fuentes en las sierras.
En 1928 el ingeniero
natural de Madridejos, D. Manuel Álvarez-Ugena, lleva a cabo un proyecto
encargado por el Ayuntamiento de la época, abundando en la misma idea.
Consistió en mejorar las captaciones del arroyo Montero y del arroyo de
las Terradas, donde se hicieron galerías revestidas de ladrillo, en el
cauce del arroyo, de manera que la escorrentía del Cabalgador, Peñas
Negras y los Calvaches era conducida mediante una tubería de chapa
cobreada, remachada y embreada, hasta “el Depósito”, situado en un alto a
2 km del pueblo. Allí se bombeaba a un depósito elevado donde, por
gravedad, mantenía la presión en la red de fuentes distribuidas por el
pueblo.
Este sistema se mantuvo, más o menos mejorado. En 1973 se
hace la distribución de la red de agua potable por las casas. El aumento
de población hace que el Ayuntamiento tenga que perforar pozos para
aportar el caudal requerido, en distintos puntos del término, hasta que
Madridejos entra a formar parte de la Confederación del Río Algodor,
encontrando así un nuevo punto de suministro más estable y abundante
proveniente del embalse de Finisterre.