jueves, 4 de septiembre de 2014

LA INUNDACIÓN DE CONSUEGRA VISTA DESDE MADRIDEJOS

El día 11 de septiembre de 1891, la vecina localidad de Consuegra sufrió una terrible inundación. Durante todo el día, el pueblo y la zona habían sufrido  tormentas.  La presa romana, próxima al pueblo,  estaba debilitada y se rompió por la acumulación de agua y maleza. El nivel del río Amarguillo subió considerablemente –en algunos puntos tuvo una altura de más de seis metros-  y arrasó con todo lo que encontró en su cauce, inundando las casas aledañas al río y la parte baja de esta villa.

Los daños que se produjeron en Consuegra fueron grandísimos, pero también fueron considerables los que ocasionó la riada en las vegas de Madridejos, Camuñas y Villafranca de los Caballeros por donde el agua iba encontrando su salida natural. Incluso en puntos más lejanos, en la vega del río Cigüela, en donde desemboca el Amarguillo, enterrado en el légamo empezaron a aparecer cadáveres humanos y animales así como una mezcla desigual de muebles, ropas y otros efectos  días después de la inundación.

Madridejos sufrió, después de Consuegra, este río de muerte y destrucción. Sus vecinos contemplaron esta mortífera riada. Conservamos el testimonio de un madridejense  que vio de primera mano  lo que ocurrió en nuestro pueblo ese día y los sucesivos. Es el testimonio de Francisco Ortega, conocido por “el Guarda Mayor”,  un hombre que recogía por escrito todo aquello que merecía la pena que no se olvidara. Por eso y coincidiendo con el aniversario de esta gravísima tragedia hemos creído interesante que conozcáis cómo se vivió la  riada en Madridejos.   A continuación transcribimos el testimonio escrito de este paisano nuestro.   

“El que suscribe Francisco Ortega Gallego, vecino de esta citada villa, nacido en ella el día 24 de julio de 1879, en la casa número cinco de la calle Virgen de Gracia, hijo de Tomás Ortega Gutiérrez y de María Gallego y Romero, habiéndole facilitado los datos que a continuación se expresa y sigue así…”  :
   
El día 11 de septiembre del año 1891 ocurrió la catástrofe y el terror para todos estos pueblos de la inundación que sufrió el pueblo de Consuegra,  pues aquel día tan triste y aciago para todos los que fuimos testigos presenciales. No olvidéis las generaciones venideras estos detalles que os dejo escritos.

Se presentaron las nubes muy espantosas a las siete de la mañana del citado día 11 y por los cuatro costados del universo, unas se iban y venían con truenos y relámpagos que se estremecía la tierra con golpes de agua que a las diez de la mañana ya teníamos todos los cañadizos y las cañadas, por pequeños que fueran, que no había ser humano que los pudiese cruzar. Pero sobre todo, desde las nueve a las once de la noche donde ya el pánico se apoderó de todos nosotros al ver los relámpagos que se quedaban sujetos a la tierra algunos segundos y los truenos que daban aquello que parecía el fin del  mundo.

Con un golpe de agua quedó la señal y el légamo quince pasos dentro del camino de Cebrián más arriba de la carretera del Puerto y por el lado del pueblo llegó el agua al paseo de Santísimo Cristo tanto que dentro de la ermita se puso un metro de altura, la cual, la que no salió por sí sola, la sacaron con una bomba por estar la ermita algo más honda del nivel del terreno.
   
Habían dejado las aguas una viga atrancada en la puerta principal de la citada ermita y, como he dicho antes, quince pasos más arriba de la curva de la carretera en el camino de Cebrián. Había entre las maderas que orilló la corriente un cuartón o viga de un peso considerable, todo esto vino de Consuegra. Para que se den cuenta los que leáis esto, estuvo el agua media cuarta por encima del piso del puente de la carretera y en toda la corriente no quedó una sola noria, como no fuese alguna que estuviera bien sujeta con postes; pues todas las demás tuvieron que ir sus dueños por ellas a los términos de Camuñas y Villafranca y, después de todo, nuestro pueblo pudo dar gracias a Dios porque tan sólo tuvo una desgracia que le ocurrió a Rito Gutiérrez Gallego de trece años. Este muchacho le sorprendió la nube en el palomar y alameda de Barbas, o sea de José Álvarez Suárez y cometió la imprudencia de salir fuera de la casa, o sea de las cámaras de arriba, a las nueve de la mañana  sin hacer caso del palomero, y un remolino de agua lo precipitó y se lo llevó, sacándole al día siguiente en las alamedas de Camuñas, y allí está enterrado.
   
Pero Consuegra fueron víctimas algunas más de 800 personas y tanto que en nuestro término se sacaron 66 cadáveres de ambos sexos y edades, y estos solo al día siguiente, o sea el 12, pero, después, recogiendo las maderas y enseres que dejó repartido la corriente, sacaron otros ocho ya en descomposición, y maderas recogidas que las iban apilando en la plaza de toros vieja (1), y el sitio donde estaba la iglesia de Santa María había unos 25 (cadáveres)  pues el ver aquel desastre causaba espanto, fuera de camas, ropas, baúles, arcas, sillas, en fin de todo ya se sabe que existió en un pueblo.
   
Caballerías de todas clases sin número ahogadas. Estas las quemaron en los Barrizos en la loma que da frente a la alameda de los Barbas, fuera del ganada lanar y cabrío y algunos cerdos que también había muertos, de estos últimos se salvaron bastantes los cuales se recogieron y se presentaron a las autoridades remitiéndolos a Consuegra para alimentar a las familias que quedaron en la miseria.

Pues en el camino de Camuñas en el sitio del Navajo, que no existía la carretera, había trastos de todas clases y animales muertos, estos en medio del camino que el agua los orilló, también había una cama de madera completa con todas sus ropas correspondientes, atrancada en una noria que estaba al pie del citado camino, cuya noria estaba casi del todo dentro del pozo por haberse hundido este.  En el puente de la carretera había atrancado todo lo que pertenece a un patio, o sea los corredores con sus vigas y las columnas de madera clavadas. Cuánto no había en este puente detenido, que las cornisas o sea las puntas de los pretiles o parejas las volcaron las maderas que había atrancadas al empuje que estas hicieron;  el otro puente que había en el camino de Valdezarza o de las sierras, que las aguas no dejaron más del casco, y tuvieron que medirle y hacer el que existe allí. Había un álamo negro arrancado de cuajo, pero del tamaño que no podía un hombre atrabancarle y también había entre otras cosas una carreta con los bueyes enganchados. El puente que había en la carretera de Villacañas en la cañada de la Serrana que estaba recién hecho y era más pequeño que el que existe, le socavó el agua y no hizo nada más que volcarle, tanto que no se vio señales de él por ningún sitio, dejando  en el mismo sitio un foso lleno de agua que causaba respeto el acercarse a él.
   
En aquel tiempo estaba la carretera sin terminar de hacer y  el puente que existe, para construirle, tuvieron que sacar el agua con cuatro bombas, había para cada una 12 hombres y se relevaban a menudo y así después de todo el mes de septiembre pudieron limpiarlo y echar los cimientos del puente que existe”.

Y así de esta manera concluye la narración de los hechos de ese día y de días sucesivos. Madridejos tuvo que socorrer al pueblo vecino y  limpiar de cadáveres su término, algo que urgía por el riesgo de enfermedades. Su estación telegráfica era la más cercana al lugar de la tragedia por lo que se convirtió desde el principio en el primer socorro.  Teniendo en cuenta que la noticia no se conoció en Madrid hasta el día 13 de septiembre y la situación no pudo ser dominada hasta el día 20, es lógico que estas primeras horas después de la riada y los días posteriores también se vivieran con espanto en nuestro pueblo.

 Documento transcrito, realizado por D. Francisco Ortega, conocido por “el Guarda Mayor”

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(1) Es decir en la antigua Plaza (actualmente instituto Garcilaso). Ver Cuadernos de Historia y Cultura Popular número 2, “La Plaza Vieja: un punto de encuentro con nuestra Historia”

Foto cedida por Ángeles Anaya